Andalucía en la Historia Nº 66. Octubre 2019
El nuevo dosier de la revista ‘Andalucía en la Historia’ se adentra en la industria, arquitectura, arte, literatura y trabajo del sector del vino, una actividad de larga trayectoria histórica de la que se ofrece una lectura innovadora
Históricamente, la industria agroalimentaria ha sido considerada una parcela menor de la economía andaluza, entendiéndose como un sector dependiente de la actividad agrícola sin grandes elementos que aportar en materia de innovación técnica o impulso económico. Sin embargo, hace ya años que la nueva historiografía ha dado un vuelco a esta interpretación al considerar al sector agroindustrial como un motor de la economía andaluza, tanto en términos de tecnología, como de comercio, empleo e internacionalización. Y si dentro de la industria agroalimentaria hay un sector rico, dinámico y extenso, a la par que dotado de una larga historia, este es, sin duda, el del vino.
La vitivinicultura es uno de los sectores más importante de la economía andaluza, con una actividad constatada a lo largo del tiempo: desde el siglo VIII antes de nuestra Era –fecha más remota en la que por el momento está demostrado científicamente el aumento y difusión del consumo de vino en la Península- pasando por las colonizaciones fenicia y griega, la Bética romana, las invasiones bárbaras y al-Andalus, hasta las épocas moderna y contemporánea. Ciertamente, la vitivinicultura ha formado parte del paisaje, la dieta y la economía de los andaluces desde la Antigüedad, de tal forma que el vino ha ido forjando una cultura propia, tal como se recoge en el dosier del último número de la revista ‘Andalucía en la Historia’.
Coordinado por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz, Alberto Ramos Santana, este monográfico reúne a seis especialistas para hablar de la cultura del vino: sus realidades y representaciones. Porque hablar del vino permite recorrer la historia de toda Andalucía y, en especial, la del final de la época moderna y de los siglos XIX y XX, cuando se produjo la transformación de la vitivinicultura tradicional en agroindustria moderna, como explica el investigador Javier Maldonado (Universidad de Cádiz).
El monográfico se adentra en la particular arquitectura del vino y el paisaje de los viñedos (Javier Aladro-Prieto, Universidad de Sevilla) y en el variable diseño de las etiquetas del vino (Alberto Ramos Santana) que reflejan la mentalidad y el momento histórico en el que son producidas, por lo que, dependiendo de la época, recogen elementos nacionalistas, liberales, religiosos, costumbristas, modernistas, etc.
Capítulo aparte merece el estudio de la literatura relacionada con las sagas de bodegueros y los jornaleros del vino de autores andaluces clave, como Estébanez Calderón, Manuel Halcón, los hermanos Cuevas, Fernando Quiñones y José Manuel Caballero Bonald, entre otros, según destaca el profesor de la Universidad de Sevilla, Alberto González Troyano.
El mundo del trabajo en las viñas y las bodegas es analizado por Diego Caro Cancela (Universidad de Cádiz) quien aplica al campo andaluz el concepto de “aristocracia obrera” acuñado por Hobsbawm. Por último, Lola Lozano, de la misma universidad, nos adentra en el desconocido a la par que apasionante mundo de las bodegueras del jerez, una historia oculta en un mundo de hombres.
Asimismo, con ocasión de la celebración del V Centenario de la primera vuelta al mundo, la revista ha invitado a los tres comisarios de la gran exposición conmemorativa que puede verse hasta mediados de febrero en el Archivo de Indias, para que den voz a sus protagonistas en un artículo imprescindible.
La publicación recorre los yacimientos arqueológicos de la Cueva de Ambrosio (Vélez Blanco) y Acinipo (Ronda), así como las apasionantes biografías del banquero Alejandro Aguado, el Montecristo sevillano; Mercedes Formica, pionera en la lucha de los derechos de las mujeres en pleno franquismo y del torero y escritor Ignacio Sánchez Mejías, miembro de la Generación del 27.
La revista se completa con varios textos sobre las vistas de Andalucía que pintó Alfred Guesdon, sin lugar a dudas, las más precisas y documentadas de las realizadas hasta el momento; la familia Krupp cuyas empresas abastecieron de cañones a la Fábrica de Artillería de Sevilla y la publicación satírica El Tío Clarín, objeto de múltiples sanciones en la Andalucía del siglo XIX.