Alberto González Troyano
El trabajo es el número 14 de la colección Imagen y se adentra en la génesis y el contexto en el que se incubaron los tópicos sobre los andaluces desde el exterior
No hay una leyenda negra que ensombrezca la imagen de Andalucía, pero sí la acucian rincones oscuros que, en buen número, los propios andaluces han contribuido a propagar. Nadie podría haber imaginado que el descubrimiento de Andalucía como espacio cultural diferenciado a inicios del siglo XVIII, de la mano de los viajeros románticos, iba a derivar en una compleja multiplicidad de imágenes cuya simplificación –muchas veces interesada- ha dado lugar a una abigarrada retahíla de estereotipos y prejuicios. La inflación de la representación de lo supuestamente “andaluz” ha llegado incluso a ser considerada como una agresión por los habitantes de otros territorios españoles con mejores indicadores económicos, alcanzados, en buena medida, paradójicamente, gracias a una mano de obra procedente del sur.
Más allá de las conocidas descripciones realizadas por Ortega y Gasset en su Teoría de Andalucía - calificando la actitud vital de los andaluces como “hedonista”, “perezosa” y “holgazana” – cabe preguntarse dónde están los orígenes de estos y otros tópicos que tanto daño han hecho a la imagen de Andalucía: ¿en la literatura? ¿En la historia? ¿En la política? Este nuevo título de la colección Imagen de Andalucía del Centro de Estudios Andaluces, se adentra en la génesis y el contexto de estos estereotipos de la mano del profesor de la literatura española, Alberto González Troyano, experto en el estudio delos viajeros románticos y la novela realista del siglo XIX, porque “hay que armarse de razones para enfrentarse a la incomprensión de los otros”.